Cuando en 1522-23 Hernán Cortés demandó por carta semillas de gusanos de seda y moreras a España, nadie podía imaginar que la industria de la seda en la Nueva España (hoy México) iba a ser una de las industrias más florecientes de América. Aunque en su primer intento en la aclimatación de las orugas parece que fracasó, en 1530 se llevó a México una nueva provisión de simiente de Bombyx mori y a gente adiestrada en la cría del gusano de seda.
A través de la obra evangelizadora de la orden de Santo Domingo de Guzmán, la expansión de la maufactura textil sedera se extendió hasta los territorios mixtecos y zapotecos del valle de Oaxaca. Después de algunas vicisitudes, en la década de los años 50 del siglo XX, el gobierno hizo un notable
esfuerzo para erradicar los mosquitos responsables de la malaria que había en
la zona. Así pues, los pueblos del estado de Oaxaca se rociaron
con insecticidas. Entre las víctimas estaban la inmensa mayoría de los viejos
gusanos de seda españoles que habían sobrevivido durante más de 400 años. Tan sólo en los pueblos más altos de Sierra Madre, a más de 1800 m de altitud, en pueblos como San Pedro Cajonos, se mantuvieron a salvo de la desinsectización.
En Enero de 2015, gracias a gestiones realizadas con artesanas del citado pueblo, me han llegado huevos de lo que denominan gusano criollo, es decir, gusanos de seda descendientes de los gusanos españoles llevados a México por el conquistador, hace casi 500 años.
A los pocos días de llegar, y debido seguramente a alguna fuente de calor próxima, empezaron a nacer las primeras larvas. Enseguida puse algunos huevos en el frigorífico para retrasar su nacimiento. Estas primeras larvas se han alimentado de pasta especial, por lo que su ciclo ha sido más largo y el color de sus capullos ha sido distinto del habitual, sin embargo la forma de esos capullos si ha sido una sorpresa, como puede verse en la foto. Son apuntados por los extremos.
Una vez llegada la primavera y con hojas de morera en los árboles se han sacado los huevos de la nevera y se han alimentado de forma natural. La primera sorpresa ha sido observar 3 tipos de gusanos distintos. Unos blancos sin apenas ocelos y con la rayita postcefálica, otros con ocelos claramente visibles y máscara completa y un tercer grupo que está a medio camino de los dos anteriores. Estas marcas son visibles en la siguiente foto.Con un ciclo larvario mucho más rápido, debido a las temperaturas más altas y a la alimentación con hojas, han confeccionado los capullos con la misma forma, independientemente del tipo de gusano, con el mismo color, pero diferente al color mostrado por los gusanos alimentados con pasta.
El amarillo es mucho más vivo, pero siguen siendo apuntados en los extremos. Por último, la polilla presenta las marcas alares completas.